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30 de Septiembre, 2010 · General

esto te interesa maestro

PERDER EL AÑO O UNA GENERACIÓN?
Ferney Rodríguez Vargas

Docente Instituto Técnico Laureano Gómez

Localidad Engativá

Hola compañeros:

Les comparte este texto que he elaborado. Espero sea de su agrado.

 *¿Perder el año u otra generación?*

Reportaba El Tiempo en su edición del 26 de agosto de 2010 que “el 30% de
estudiantes va perdiendo el año escolar”. La razón aducida es el cambio en
la evaluación, o en otras palabras el advenimiento de la exigencia académica
a una generación de estudiantes que desconocía esta palabra en la práctica.

Esta cifra aunque preocupante (en el colegio donde laboro el porcentaje es
mucho mayor) no lo es tanto como la declaración hecha por Jaime Naranjo,
subsecretario de Calidad y pertinencia a El Tiempo: “Estamos muy
sorprendidos porque encontramos que el 30% de los niños está reprobando y
eso sería una catástrofe porque ellos van a abandonar la escuela o van a ser
señalados de fracaso escolar”

Sin embargo, para la mayor parte de maestros esto no es una sorpresa. Desde
el 2009 muchos maestros advertían que el cambio del 230 en el que se
obligaba a promocionar estudiantes con 6 u 8 materias perdidas para no
sobrepasar el 5% de repitencia crearía un choque en el primer año de su
implementación. Esta predicción se vio reforzada a medida que avanzaba el
2010. Pues los estudiantes seguían dejando todo para última hora y aprender
nunca fue la prioridad para la mayoría.

La catástrofe de Naranjo no es tan grande como que ha venido ocurriendo en
la última década por la cultura de la mediocridad que vino de la mano del
decreto 230. El rector de la Javeriana Joaquín Sánchez  S. J hablaba de la
verdadera catástrofe en el ADN del 15 de julio: “Yo tengo una crítica sobre
la situación del programa de cobertura del Gobierno. Ha sido una intensión
muy loable que tengo que aplaudir, ´pero ojo: la calidad de loes estudiantes
que llegan nos preocupa muchísimo. Tienen problemas de lectoescritura y en
matemáticas, y la universidad tiene que soportar a veces las deficiencias de
un mal bachillerato”

Una situación que llevó que durante la vigencia del 230 se hicieran
promociones de estudiantes de muy mala calidad. Recuerdo como encontré en
grado 11, en el año 2008, un estudiante que no sabía las tablas de
multiplicar ¿cómo pretender entonces que hiciera un cálculo estequiométrico
en química? Pero este no es un caso aislado, tras una encuesta que hice la
mayor parte de esa promoción no podía distinguir entre un adjetivo y un
sustantivo ¿cómo pretender entonces que aprendieran algo de inglés? No
obstante así perdieran cuatro, cinco o seis materias tenían que ser
promocionados. Si se pasaba del 5% inmediatamente el CADEL vendría a
recordar lo que la ley decía.

Así pues la ley del menor esfuerzo se convirtió en parte de la idiosincrasia
de la juventud colombiana. Lo peor era que año tras año los estudiantes
aplicados eran menos ¿para qué me esfuerzo si fulano que nunca hace nada
también pasa? Decían con más frecuencia los estudiantes. Así empezó un
descenso en la exigencia. De leer varios libros al año se pasó a solo uno,
luego a unos ensayos, y ya presentar una lectura de más de una página era
“darse garra”

Pero volvamos a las palabras del señor Naranjo. Él nos dice que los
reprobantes “abandonaran la escuela o serán señalados” Pues esto depende
también de los padres. Más de uno de los adultos actuales en algún momento
del pasado perdió un año, y esto no significó la muerte o la pérdida de un
órgano vital. Es más muchos agradecen este hecho porque les hizo reflexionar
y cambiar en su actitud y compromiso. Respecto a la deserción es importante
tener en cuenta que medir la calidad solo en términos de cobertura y
permanencia está generando promociones de estudiantes que pasaron por la
escuela, pero esta nunca pasó por su cerebro.

Muchas veces los funcionarios de la educación o los legisladores –como los
que aprobaron el 230- que están muy alejados de un aula a diario dicen,
hacen y ordenan sin tener en cuenta que con exigencia hay excelencia.
Recuerdo como hace pocos días una delegada de Cuba que venía a colaborar en
nuestro colegio con un curso piloto asistió a ver una clase. Con antelación
le pedimos que asistiera sin presentarse a los estudiantes como una delegada
extranjera. Antes de mitad de año, con otros delegados los estudiantes se
portaron como ángeles cuando se les avisó que una comisión cubana
acompañaría una clase. En esta oportunidad la delegada entró acompañando a
la maestra como si fuese una madre que buscaba cierta información. La
diferencia fue monumental, Vio de primera mano la irreverencia, matoneo,
grosería y demás. El modelo de clase cubano, que en el papel funciona
perfectamente se vio interrumpido por las reiteradas interrupciones de una
pelea en vivo, el matoneo de otros, y el irrespeto de unos pocos que no
pueden retirarse del aula porque "se les atenta el derecho a la educación",
aunque ellos, con su actitud, se lo niegan al resto de la clase. La
profesora cubana salió del aula como los docentes colombianos. Estresada,
desanimada por no poder haber  alcanzado los objetivos pedagógicos trazados
para ese día. Tras hablar con ella me dijo “en mi vida jamás había visto
tanta grosería. Esa falta de respeto por el maestro no ocurre en Cuba”

Con la ayuda del modelo cubano se busca mejorar los aprendizajes en el aula.
Pero esto de poco sirve si no se le da al maestro y a la escuela
herramientas – o dientes – con los cuales exigir respeto y condicionar la
permanencia. Espero que la retroalimentación de la experiencia de esta
maestra llegue a oídos de los que toman decisiones.

Hay un matrimonio que ha generado resultados perversos en la educación
colombiana. Priorizar la permanencia y cobertura con hacer valer solo los
derechos de los estudiantes, sin hacer énfasis en los deberes. Esto ha
llevado a que los estudiantes se han vuelto altaneros, groseros y nada se
pueda hacer. Las reflexiones sobre lo valores se siguen haciendo, pero no
importa si el estudiante consume droga y la expende dentro del colegio con
conocimiento de todos. Tal jíbaro no puede retirarse del sistema porque se
le vulnera su derecho a la educación, y así tenga su debido proceso solo
basta una decisión de alguien tras un escritorio para obligar a reintegrar a
tal sujeto.

Los resultados de esto se evidencian a diario. Viene a mi mente la agresión
física de varios estudiantes a los maestros de su colegio en el Centro
Educativo Distrital José María Vargas de la Localidad de Ciudad Bolívar el
pasado junio. Cuatro maestros resultaron heridos y varios más amenazados. Si
las secretarias de educación creen que quitarle dientes a la disciplina
escolar es una enseñanza para la vida, bien podría el gobierno eliminar todo
tipo de multa y comparendo a las faltas de tránsito en aras al derecho a
movilizarse. ¿Qué resultaría de ello? El caos. Es lo mismo.

Y es que a la par de la flexibilización hasta lo ridículo de la promoción
durante la época del 230, se dio un creciente abandono de los padres de sus
responsabilidades. La escuela se convirtió en un parqueadero de estudiantes.
Y como siempre, en las reuniones de padres los acudientes de los estudiantes
pilos siempre estaban, los de los casos que requerían mayor atención y
seguimiento no aparecían. Esto dice mucho de la causa de estos problemas.

Mi preocupación actual, a parte de las señaladas, es que ahora que el
decreto 1290 permite establecer cierto nivel de calidad por parte de los
centros educativos, se pretenda volver a la permisividad por ser
políticamente correctos. Viene a mi mente el caso de un colegio de concesión
en el que labora mi mejor amiga. A ellos se les dijo que debían buscar todas
las estrategias para que los estudiantes aprobaran - Hasta ahí normal-
porque el Distrito pagaba un millón por cada estudiante al año, y que si
había una alta pérdida los estudiantes se retirarían con las consabidas
consecuencias económicas. ¿Entonces qué es lo que prima en estos casos?

Otros directivos docentes del distrito también están preocupados en que una
alta pérdida académica sea mal vista por una administración que prioriza la
permanencia y cobertura. Toca preguntar si es menester seguir haciendo
énfasis en esto cuando genera estudiantes en los que la responsabilidad,
dedicación, cumplimiento y puntualidad le son tan lejanos como la sonda
espacial Voyager 1

El Espectador hizo eco de la alta perdida llevada hasta el momento, el 2 de
septiembre de 2010. Me parecieron ilustrativos varios comentarios de los
lectores. Veamos:

Dice flecha veloz 1943: Si se compara un bachillerato de los años 60', con
el actual, se pone de bulto alarmantes diferencias: el de antaño era un
estudiante muy intelectual, sus conceptos matemáticos, sociales, etc. eran
óptimos, pero sobre todo, era un alumno muy responsable y exigente. Comparen
un bachiller del Externado Nacional Camilo Torres de ese tiempo con uno de
ahora. No hay nada que hacer. El de hoy es mediocre, alevoso y facilista,
con un pensum que aterra por lo pobre. Antes uno se ganaba la estadía en el
Colegio por notas, por conocimiento, por conducta; ahora la cosa es
facilito: promoción automática. En síntesis, señores: en lugar de avanzar
merced a los avances técnicos de que gozan nuestros muchachos hemos
retrocedido unos 50 años. Y la culpa es de los gobiernos, no de los
maestros.

Dice Pepe 1972208: Con educación pésima, todo regalado hasta las notas, sin
indicadores de calidad educativa, con una psicología absurda de no castigo,
de todo es psicológico, padres ausentes de su hogares, cero formación moral
y civismo...que se puede esperar, les están enseñando desde niños a "no hago
mas naa. Como la canción.”

Dice “Gidi”: Es mejor que pierdan uno ó varios años y entiendan que en la
vida real, sólo si se es bueno se surge; si se es mediocre como la gran
mayoría de ellos...te despiden o haces quebrar hasta tu propia empresa.
Desafortunadamente se venía gestando la mas funesta, mediocre e inútil
juventud; ya hemos perdido varias generaciones, ojalá estas nuevas se puedan
salvar!!

La verdadera catástrofe no es la que este año se de una alta perdida de año
(si lo permiten los que no están en el aula sino tras un escritorio lejano a
un colegio real) sino la mediocridad y falta de valores que un sistema sin
normas de exigencia académicas y de convivencia ha gestado. La disyuntiva
ahora es ¿exigencia o mediocridad? ¿perder el año o perder otra generación?



Socializar con cada institución y padres de familia.
-- 
Junta Directiva
Circulo de Coordinadores de Colegios Distritales
COORCOLDI









publicado por chuchocura a las 22:08 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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